Al principio de la democracia llevaron a las tertulias políticas de TVE a García Trevijano, a explicar algo que se suele denominar “abstencionismo”. Recordemos que en aquella época la única televisión que existía era TVE, y esos programas sobre política tenían audiencias de varios millones de personas. Y recordemos también que en aquella época la censura del régimen democrático recién impuesto era férrea, y no salía en TVE nadie que no estuviera en sintonía con el régimen. Actualmente hay varios defensores de las tesis abstencionistas.
Pues bien, la tesis básica que defiende el abstencionismo es que para desmontar el actual régimen, y conseguir una verdadera democracia, debemos abstenernos (todos los ciudadanos o, al menos, una gran mayoría). Así, nos cuentan, deslegitimaríamos al régimen (un término totalmente abstracto que no se sabe bien en qué consiste), y luego se abriría un período constituyente (no explican cómo), en el que se formaría una verdadera democracia (no explican cómo se pondría todo el mundo de acuerdo, ni cómo se llegaría a esa democracia, ni en qué pilares se fundamentaría).
Obviamente, esta teoría del abstencionismo no tiene mucho sentido. Pero tiene cierto éxito entre la gente que está totalmente harta (con razón) de los partidos del régimen. El problema es que el abstencionismo a quien beneficia es, precisamente, a esos partidos del régimen contra los que se supone que va. Por varios motivos, pero básicamente lo que pasa es que los que creen en los partidos del régimen, no dejan de votar, y si los que no creen en ellos no votan, esos partidos del régimen se llevan todos los votos que se emiten. Y da igual que sean más o menos votos, porque el reparto es proporcional. Y también da igual que uno de esos partidos saque más o menos, porque lo importante es que solo se llevan votos esos partidos, los del régimen, que son los que salen en los medios de comunicación, y al salir en los medios se les considera por mucha gente “votables”, mientras que a los que no salen en los medios se les considera “no votables”.
También es obvio que la abstención no ha servido de nada durante el casi medio siglo que llevamos de democracia. La abstención ha llegado a ser del 50% en algunas elecciones, y nada ha cambiado, porque el reparto de votos es proporcional, y porque eso de la deslegitimación no es nada.
Por eso en Sentido Común creemos que hay que hacer algo nuevo para mejorar las cosas y apartar a los grandes partidos del poder, por el daño que nos han hecho y siguen haciendo a los españoles. Y eso nuevo que creemos que hay que hacer lo hemos denominado VOTACIONISMO, y viene a ser lo contrario del abstencionismo.
El VOTACIONISMO consistiría en que todo el que tenga pensado abstenerse, no se abstenga, sino que vote a partidos pequeños, que no tengan representación (o tengan poca) y no tengan el apoyo de los periodistas. Es decir, el VOTACIONISMO consistiría en que toda la abstención se convirtiese en votos a partidos pequeños.
Y, ¿A qué partido votar? A cualquier partido pequeño cuyas ideas le gusten. Sin pensar en si el voto es útil, si tiene posibilidades de sacar representación, o de si es posible llevar esas ideas a cabo. Simplemente habría que leer las propuestas de los partidos pequeños, y votar a aquel cuyas propuestas más le gustasen.
¿Y qué se lograría con el VOTACIONISMO? Fundamentalmente, quitar poder a los partidos, a todos, pero especialmente los grandes. El Congreso se fraccionaría, de forma que no habría ni mayorías absolutas, ni mayorías con sólo 2 ó 3 partidos. Muchos partidos se tendrían que poner de acuerdo para sacar cualquier ley adelante, o hacer cualquier cosa. Sería el “divide y vencerás”, aplicado a los partidos: cuánto más dividido logremos que esté el Congreso, menos poder tendrán los partidos y, por tanto, más poder tendríamos los ciudadanos.
Ante esta idea, hay que dice que eso sería malo porque provocaría un Congreso ingobernable. Y es cierto que lo podría provocar, pero en SC creemos que sería buena esa situación. Es mejor no tener un Gobierno, a tener gobiernos despóticos como los que hemos tenido hasta ahora. Y recordemos siempre que las instituciones funcionan gracias a los funcionarios, no gracias a los políticos. Es decir, si el Congreso es ingobernable, los profesores seguirán dando clases, los policías patrullando las calles, y los jueces juzgando. O sea, la ingobernabilidad del Congreso no afectaría negativamente al país, el país no se pararía porque el Congreso se bloquease (seguramente, por cierto, el país funcionaría mejor si el Congreso se bloquease).
También hay quien dice que esos partidos pequeños al entrar en las instituciones podrían corromperse. Y por supuesto que podría pasar. Así que lo que se haría si un partido pequeño se corrompiese al entrar en las instituciones sería votar a otro partido pequeño. Es decir, el VOTACIONISMO no sería para hacerlo las próximas elecciones, sino para siempre. Así, los partidos que no cumpliese con lo que hubieran prometido, se irían, y serían sustituidos por otros. Esto minimizaría los daños que pudieran hacer los partidos corruptos y, además, muy probablemente serviría para que hubiera quien hiciera partidos serios, al ver que los partidos corruptos dejaban de tener porvenir. Obviamente, si un partido pequeño cumple con lo prometido, se le debería volver a votar en las siguientes elecciones que hubiera.
Por cierto, aprovechamos para recordar que en nuestra opinión los partidos idóneos, los más democráticos y, además, los más fáciles de crear y gestionar, son los pequeños partidos provinciales, como explicamos aquí.
Lógicamente, aunque hasta ahora hemos hablado del Congreso, la idea del VOTACIONISMO debería ser apliacada a todaslas instituciones: ayuntamientos, autonomías, Unión Europea, etc. En todas las instituciones tenemos que tener claro que cuánto más dividido esté el poder entre los partidos, menos poder tendrán los partidos, y más poder tendrán los ciudadanos. Divide (el poder de los políticos) y vencerás.
RESUMEN
Hasta ahora los descontentos con el sistema se han abstenido.
Hasta ahora abstenerse no ha servido de nada.
Para mejorar la situación, proponemos el VOTACIONISMO: que todo el que tenga pensado abstenerse vote al partido pequeño que más le guste. Y si ese partido cumple, que le vuelva a votar en las próximas elecciones. Y si no cumple, que vote a otro partido pequeño en las próximas elecciones.
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